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#GraphosCc #Tlx #Noticias #BarradeOpinión #Columna #PalabrasconFondo | Muera el rey, viva el rey: la nueva Corte de Justicia en México ante la prueba de la independencia Por C. Baltazares by #AIGCcTlx


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#GraphosCc #Tlx #Noticias #BarradeOpinión #Columna #PalabrasconFondo | Muera el rey, viva el rey: la nueva Corte de Justicia en México ante la prueba de la independencia



La frase muera el rey, viva el rey funciona como un espejo incómodo: no anuncia un giro verdadero, sino la perpetuación de estructuras de poder bajo máscaras distintas. En México, la creación de una nueva Corte de Justicia, respaldada por el aparato gubernamental y electoral de la llamada Cuarta Transformación, presenta un panorama inquietante: lejos de consolidar la separación de poderes, parece consolidar la captura del Poder Judicial por un proyecto político que ya domina Ejecutivo y Legislativo.


• La sombra de lo anterior: unaSCJN que se va, entre logros y deudas


La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) anterior se distinguió por consolidar avances significativos en materia de derechos humanos y justicia constitucional. Durante su gestión, se fortaleció la protección de garantías individuales, destacando sentencias que ampliaron el acceso a derechos fundamentales como la igualdad de género, la protección de comunidades indígenas y la defensa del medio ambiente.


Sin embargo, este periodo también marcó una mayor apertura y transparencia en los procesos judiciales, lo que contribuyó a aumentar la confianza ciudadana en el sistema judicial.Además, la SCJN anterior enfrentó con determinación retos complejos relacionados con la corrupción y la impunidad. A través de resoluciones clave, se establecieron precedentes para combatir prácticas ilícitas en el ámbito público, promoviendo la rendición de cuentas y el respeto a la legalidad. En consecuencia, se fortaleció el papel del órgano como un contrapeso efectivo frente a otros poderes, reforzando el Estado de derecho en México.


Por último, la Suprema Corte anterior impulsó reformas internas que mejoraron la eficiencia y autonomía del tribunal. Se implementaron mecanismos para agilizar la resolución de casos. Sin embargo, estos logros también evidencian la enorme responsabilidad que tiene la nueva corte para mantener y superar estos estándares, enfrentando los desafíos actuales con la misma integridad y compromiso.


• La llegada de la nueva Corte: continuidad velada tras un nuevo ropaje.


La instalación de la nueva Corte, fortalecida por el aparato electoral y diseñada en torno a una lógica de “acordeones” que favorecen alineamientos previsibles con la agenda del régimen, genera dudas legítimas sobre su autonomía funcional. La cuestión central no es banal: ¿estamos ante un tribunal constitucional capaz de sostener la supremacía de la Constitución, o ante una extensión del poder presidencial que se presenta como órgano independiente?


El riesgo, claro y profundo, reside en la concentración de poder en tres ramas en manos de un mismo proyecto político. Con una relación de fuerzas tan consolidada, el equilibrio republicano se resquebraja. Una renovación que se exhibe como renovación podría, en la práctica, significar la institucionalización de una justicia subordinada: decisiones cuya legitimidad no deriva de principios constitucionales, sino de lealtades políticas.



• Entre promesa y amenaza: la urgencia de un control ciudadano


La ciudadanía exige una justicia que funcione con eficacia, transparencia y rapidez en un país que continúa asediado por la violencia, la impunidad y la corrupción. Sin embargo, la posibilidad de que la nueva Corte repita, o acreciente, antiguos vicios es real. La narrativa de transformación corre el riesgo de convertirse en una cortina que oculta la ausencia de independencia judicial y que legitimará resoluciones a conveniencia del Ejecutivo.


La pregunta clave, entonces, se mantiene vigente: ¿transformación auténtica o simulacro institucional? La dicotomía está clara: o la nueva Corte asume con convicción la defensa del Estado de derecho y de los derechos humanos, o confirma la sospecha de que el cambio fue, en lo esencial, un relevo simbólico. En juego no está únicamente la legitimidad del Poder Judicial Federal, sino la viabilidad misma de la democracia mexicana.


En conclusión, la situación plantea una pregunta esencial: ¿asumirá la nueva Corte su papel como guardiana imparcial de la Constitución, o quedará evidenciada como una pieza más de un tablero político que busca legitimidad mediante una renovación formal? En definitiva, el sentido estratégico de la transición no reside solo en los nombres que ocupan el cargo, sino en la voluntad de sostener un Estado de derecho que proteja a todas las personas, especialmente a las más vulnerables. La respuesta define el futuro inmediato de la democracia mexicana: “muera el rey, viva el rey” no debe ser un lema de ritual, sino un compromiso con la autonomía, la justicia y la legalidad que sostienen la convivencia democrática. Por: C. Baltazares by Agencia Informativa GraphosCc Tlx 

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