#GraphosCc #Tlx #Noticias #BarradeOpinión #Columna #PalabrasconFondo | La política en el ojo del espectáculo: reflexiones sobre el comportamiento en el Senado. Por C. Baltazares by #AIGCcTlx
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- 1 sept
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Actualizado: 2 sept

#GraphosCc #Tlx #Noticias #BarradeOpinión #Columna #PalabrasconFondo | La política en el ojo del espectáculo: reflexiones sobre el comportamiento en el Senado
La reciente sesión del Senado de la República evidenció, una vez más, la crisis profunda en la que se encuentra la política mexicana, poniendo en tela de juicio la autenticidad y la integridad de nuestras instituciones democráticas. En este contexto, las acciones de los legisladores de la Cámara de Senadores, Alejandro Moreno, conocido como Alito y Presidente del Partido Revolucionario Institucional, y de Gerardo Fernández Noroña en su momento Presidente de dicha Cámara, no solo demostraron una falta de responsabilidad, sino que revelaron un patrón de comportamiento que perpetúa la banalización del espacio legislativo.
Es imprescindible cuestionar si, bajo estas circunstancias, la política ha trascendido su propósito de servicio público para convertirse en un simple espectáculo que favorece la confrontación y la superficialidad.
Por consiguiente, resulta evidente que la deliberación democrática requiere, ante todo, un compromiso con la civilidad y la seriedad. La Cámara Alta, tradicionalmente vista como un foro de análisis profundo y de equilibrio institucional, se ha visto transformada en un escenario donde predomina el exhibicionismo y la búsqueda de protagonismo fugaz. Como bien lo señalaba Giovanni Sartori, “La política convertida en espectáculo corre el riesgo de vaciar de contenido a la democracia” (Sartori, 1998). De esta manera, la tendencia actual, que prioriza la provocación sobre el diálogo sustantivo, pone en peligro el propio fundamento de nuestra convivencia democrática.
Asimismo, la actitud de Fernández Noroña resulta particularmente alarmante, ya que su estrategia de confrontación y teatralidad no solo limita el potencial de un debate serio, sino que además fomenta una cultura de desprecio hacia las instituciones. La constante utilización de la tribuna como plataforma de provocación, en lugar de un espacio de discusión racional, contribuye a la desnaturalización del papel legislativo. Siguiendo esta lógica, el Senado deja de ser un lugar de deliberación trascendente para convertirse en una arena donde el insulto y la estridencia campan sin control, socavando las bases del respeto democrático.
Por otra parte, Alejandro Moreno, con una postura diametralmente opuesta, revela también los peligros que acechan a una democracia vulnerada por la ambición personal y la falta de ética. Su conducta, destinada a proteger su imagen y a buscar beneficios políticos inmediatos, evidencia que muchos actores políticos priorizan la rentabilidad electoral por encima del compromiso con el bienestar colectivo.
La política, en estos términos, deja de ser un ejercicio de responsabilidad para convertirse en un juego de poder y artificios mediáticos que minimizan el valor del debate sustantivo y la representación auténtica.
Finalmente, surge la interrogante ineludible: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a aceptar que la política se reduzca a un circo de sensacionalismos y provocaciones? Cada episodio de esta naturaleza no es un hecho aislado, sino que contribuye a consolidar una cultura política donde la confrontación y la teatralidad desplazan al razonamiento y al respeto institucional.
Aunado a que tales hechos contribuyeron a que se desviara la atención de la Nación a la corrupción imperante en los políticos en el país, pues logró diluir la noticia respecto al inmueble que adquirió el Presidente del Senado con recursos que rebasan sus ingresos de acuerdo a su declaración patrimonial.
Si esta tendencia se perpetúa, entonces la ciudadanía perderá la confianza en sus instituciones y la democracia, que debería ser un proyecto de convivencia inclusiva y racional, corre el riesgo de convertirse en un mero espectáculo vacío y faraónico.
En conclusión, la actuación de estos senadores no solo revela la pérdida del decoro y la seriedad en el ejercicio legislativo, sino que también nos confronta con la dura realidad: la democracia mexicana, si continúa siendo tratada como un espectáculo, estará condenada a convertirse en una farsa en la que los poderosos juegan a la función, olvidando que su verdadero papel es servir a la ciudadanía y defender el bienestar colectivo. La descomposición del respeto y la ética en la política, en esencia, no solo deslegitima las instituciones, sino que pone en jaque la misma existencia de un sistema democrático genuino y democrático. Por: C. Baltazares by #AgenciaInformativaGraphosCcTlx








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