Cuando se hereda el oficio, pero no el talento | #Columna #Perspectiva por Guillermo S. García
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Cuando se hereda el oficio, pero no el talento | #Columna #Perspectiva por Guillermo S. García



#AIGCcTlx | #Columna#Perspectiva | Cuando se hereda el oficio, pero no el talento | La semana pasada, noté que afuera del colegio instalaron un pequeño bazar de artesanías. Y como es habitual en mí, eché una mirada rápida a la mercancía, al tiempo que colocaba mi maleta en la cajuela.


Me llamaron la atención unos luchadores y unos llaveros. Todos tallados en madera. Bueno, asumí que eran luchadores, por las máscaras y trajes característicos que tenían pintados.


Lo primero que me saltó a la vista fue que estaban mal proporcionados. Un brazo más grueso que otro, una pierna ligeramente desviada, los pectorales mal encajados y ni hablar de las caras que simplemente tenían una protuberancia que fungía como nariz y dos huecos mal logrados simulando los globos oculares.

Así tan efímero. Así tan simple. Dos pies, dos manos y una cabeza, un poco de pintura y listo.


¿Por qué la gente gusta de simplificar las cosas? ¿Por qué tanta simpleza?

En el cuerpo humano hay infinidad de detalles que lo hacen único y admirable. Cualquier ser vivo implica un reto al ser tallado, esculpido, pintado. Pero echar a un lado toda esa belleza para ganar tiempo, y crear en masa cientos y cientos de figuras que carecen de esa estética, se me hace triste y una pérdida de tiempo. Al menos yo no las compraría.

Los llaveros con apariencia rugosa, toscos, que, aunque efectivamente, lograban la intención del creador, es decir; sí daban parecido a algunos animales, carecían de esa calidad única que solo les imprime el artesano o el artista que crea con pasión. Minucioso, detallado.


¿Alguna vez has jugado a las canicas? Ah, pues, así como esos muñequitos que te dan de premio y que parecen de dudosa procedencia, así podría describirlos.

Recordé entonces que, en alguna ocasión, vi a un vendedor de sobreros que tenía a su lado a un niño también tejiendo. Ese hombre lo instruía, para que al crecer heredara el mismo oficio. El niño cabizbajo, parecía resignado alternando las manos contando en la mente. Sin opción, sin poder elegir su propio futuro.

Los oficios se heredan de generación en generación. Pero más que una buena enseñanza y ganas para desempeñarlos, se necesita talento, Indudablemente se necesita mejorar día con día. Se necesita pasión y muchas ganas.


¿Cuántos hombres y mujeres no han crecido con esa resignación de continuar con la herencia familiar?


Continuamente circula por las redes sociales el mensaje de apoyar el talento local, o apoyar lo hecho por manos mexicanas, pero, no se trata de apoyar por apoyar. Seamos un poco más exigentes. Ayudemos a que esas manos mexicanas hagan productos de mejor calidad. Por Guillermo S. García by #AgenciaInformativaGraphosCcTlx

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